lunes, 7 de marzo de 2011

Presentación martes 8/14 de marzo

Las mismas ventajas que ofrece el uso de Internet para facilitar las comunicaciones y la interacción entre personas de cualquier parte del mundo, genera en ocasiones determinados problemas de difícil solución. Algunos de los más significativos son:

El envío masivo de publicidad o correo basura –también denominado spam- a cuentas de correo personales. Prácticamente ningún usuario está libre de los software diseñados para rastrear la red en busca de direcciones de correo electrónico válidas a las que enviar publicidad sin autorización. Tanto particulares como grandes multinacionales gastan muchísimo dinero anualmente con el fin de filtrar este tipo de mails de sus cuentas y, sin embargo, hasta la fecha no puede afirmarse que exista una herramienta 100% efectiva para combatir el spam.

La proliferación de nuevas conductas delictivas por Internet como la piratería, el hacking o las cyberestafas. La red es un marco de libertad, pero muchos usuarios pretenden aprovecharse de ella para lucrarse a costa de otras personas. Una de las técnicas más habituales, e íntimamente ligada al spam, es por ejemplo el denominado phishing, basado en el envío de mails que simulan proceder de otro usuario o entidad de confianza para conseguir información confidencial. El anonimato que puede otorgarnos Internet es el medio ideal para determinadas conductas delictivas, y la rápida innovación que caracteriza a los delitos informáticos requiere de una constante legislación que regule y castigue este tipo de conductas.  

La inmediatez del acceso a la información en Internet precisa también de una constante actualización de contenidos en los portales web. Si nos fijamos, los medios digitales son los primeros en recoger las noticias de última hora, y ello se debe a la relativa sencillez que supone ofrecer nuevos contenidos por Internet si comparamos este medio de comunicación con otros como la prensa o la tv. Sin embargo, si no existe una notable dedicación a las actualizaciones, los portales quedan pronto obsoletos y pierden interés. Esta premura supone a veces trasladar información de forma precipitada, hecho que la hace susceptible de errores –tanto de contenido como tipográficos- y falta de rigor. 

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